Esperando un Bebé en Tiempos de Pandemia
A penas unos meses antes de descubrir que estábamos esperando a nuestro tercer hijo (cuarto, si contamos a nuestro angelito en el cielo) mi impaciencia estaba por los cielos.
En mi oración diaria le pedía al Señor y a nuestra Madre Santísima, especialmente durante nuestras visitas a la Capilla de Adoración Eucarística, que me mostraran el camino, que me enseñaran a crecer en la virtud de la paciencia.
La respuesta no tardó en llegar. A principios de febrero el test casero de embarazo confirmó mis sospechas de que nuestro Pequeño venía en camino.
Una mezcla de gran alegría y escepticismo llenaron mi corazón. Con la desilusión de años atrás y al estar a finales demis 30's, aunque seguíamos abiertos a la vida había abrazado la idea de quedarnos con nuestros dos hijos.
Pero los distintivos síntomas del embarazo hicieron su aparición tan sólo unas semanas después. Llegaron sin avisar, un día mientras hacía el súper con los niños.
Con los días se hacía más y más clara la voluntad de Dios para nuestra familia.
Encontré gran consuelo en las palabras de Santa Gianna Beretta Molla: "Lo que Dios quiera" y sobrellevé las primeras semanas de lucha física y espiritual agradeciendo mi embarazo un día a la vez.
De pronto, ¡llegó la Pandemia!.. Y con el aislamiento, Dios ha probado mi paciencia y mi fe a otro nivel.
(Si estás esperando Bebé como yo, tal vez coincidas en cuanto a que, un embarazo en estos tiempos es una invitación de Jesús a caminar sobre el agua, a cada momento).
Ha sido una fuerte experiencia en la que confrontas al doble tus miedos, tus dudas, tus inseguridades y los dejas a los pies de Nuestro Señor.
Mientras vivimos las últimas semanas de mi embarazo, he meditado en mi historia personal. Y le he agradecido a Dios la oportunidad de llamarme a crecer en cercanía con Él en esta etapa.
Llevar a mi Hijito en el vientre...
- Me ha permitido vivir la Pandemia con la confianza en el corazón de que, mientras sigan llegando bebés el mundo, Dios sigue confiando en la humanidad.
- Me ha hecho crecer en desprendimiento y sentirme más cómoda con el hecho de que nuestra vida está en manos del Padre y que dependemos total y absolutamente de Su voluntad (Algo que por años me costó muchísimo trabajo).
- Me ha dispuesto a orar con más persistencia, a buscar a Dios por todos lados, (ante la imposibilidad de asistir cada domingo a Misa) y a ofrecer mis dificultades diarias por las necesidades de los demás.
- Me ha permitido regocijarme una y otra vez en la maravilla de su creación, con cada patadita de mi Bebé.
Sé que el Señor no ha acabado Su obra en mí. Sé que mis imperfecciones siguen brillando a la luz de Su majestad. Sigo batallando con la impaciencia, cada día, al despertar.
Pero le agradezco profundamente por la oportunidad de llamarme a volverlo a intentar, en medio de la pandemia, y a dar un pasito más hacia la santidad como familia con la próxima llegada de nuestro pequeño Max.
La vida es un milagro... Gloria a Dios por Su poder.
Nelly Sosa nació en Monterrey y es comunicadora, esposa y mamá católica homeschooler de dos niños que no dejan de sorprenderla todos los días. Su gozo por reencontrarse con Dios en un pequeño pueblo en Pennsylvania la inspiró a compartir sobre su camino de fe en El Árbol Menta. Cree firmemente que la Palabra de Dios, los Sacramentos y el apostolado cambiarán al mundo.