La Gracia de Dios en el Corazón de mis Hijos Adolescentes
- Brenda Garza
- 18 hours ago
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Justo antes de que terminara la Cuaresma, nuestros hijos adolescentes, de 15 y 13 años, me pidieron que los llevara a Misa y Confesión. Sí, para mi sorpresa salió de ellos y claro que acepté e hicimos plan.
En esos momentos mi corazón se enterneció y le di gracias a Dios porque lo puso en sus corazones y supieron escucharle y responderle. Después caí en cuenta de que podía aprovechar la oportunidad también y empecé a meditar sobre mi propia reconciliación.
Mi hija se puso de acuerdo con una amiga y ahí se nos unió. Al terminar la Misa, durante la larga fila de espera, tuve la oportunidad de ver cómo al menos la mitad de las personas que estaban en fila eran menores de edad. Me dio mucha alegría incluso ver que una muy buena amiga estaba ahí después de 3 fines de semana de querer confesarse.
Cuando salió mi hija, la vi hincarse frente al Santísimo y mi corazón se volvió a enternecer dando gracias a Dios por la dicha de ver signos de Su relación con Él, porque hemos podido encaminarla hasta Su presencia y hemos podido ofrecerle una de las mejores herencias que mi esposo y yo hemos recibido de nuestros padres: la fe.
Le di gracias a Dios por este regalo y mientras la observaba (ya sé, bien “stocker”), salió su amiga y se hincó junto a ella.
En ese momento me di cuenta de que el Señor me estaba dejando ver otro hermoso regalo, otra oración contestada: una amistad con quien ella comparte su relación con Jesús y con quien ha ido creciendo.
Mi corazón se llenó de más gozo y mis ojos se aguaron. Qué dicha encontrar y poder crecer rodeada de amistades en Él. Le di gracias a Dios por todos esos amigos que yo misma disfruté en mi juventud.
Y cuando pensé que ya no podía haber mejor respuesta a mis oraciones, salió su hermano de su confesión y se arrodilló del otro lado de ella. Me di cuenta de que el Señor, no sólo respondió ya dos de mis peticiones, sino que agregó la cereza del pastel: nuestra hija tiene una relación con Él, amistades con quien crecer y un hermano con quien puede compartirla.
Que dicha y bendición poder contemplar cómo Él es siempre fiel y no sólo escucha con paciencia, si no que responde siempre al ciento por uno y muy por encima de lo que uno cree necesitar.
No cabe duda de que ésta Cuaresma ha sido única, y estoy segura que así seguirá siendo cada una de las que me permita “transitar”.
Cada año Él vuelve a invitarnos, a prepararnos a recibirlo en su nacimiento, a caminar con Él para prepararnos para recordar y celebrar Su victoria y Salvación, para luego seguir capacitándonos y recibir su Espíritu Santo en Pentecostés e invitarnos a llevarlo hasta los confines de la tierra, pero especialmente a nuestra vida diaria y a nuestras familias.
Gracias Señor por este 3 en 1, gracias por dejarme ser testigo de tu fidelidad y de que siempre, siempre, siempre, eres fiel.

Brenda Garza nació y creció en Monterrey, México, donde se graduó con una Licenciatura en Diseño Gráfico. Después de varios años de trabajar en una agencia de diseño, se mudó a Asturias, España para ser misionera en una comunidad de Artistas Católicos donde conoció a su esposo. Dos años después se mudaron a Puerto Rico para trabajar con la Diócesis de San Juan. Mientras estuvo en P. R., recibió capacitación en el Nivel 1 de la Catequesis del Buen Pastor. Brenda, su esposo y sus cinco hijos se mudaron a Texas en 2009 y ahí recibieron un hijo más. Desde entonces ha trabajado como asistente de Formación y Directora de Comunicaciones en parroquias de la diócesis de Fort Worth. Actualmente cursa su certificación de Nivel 3 de CBP. Le apasiona comunicar el amor de Dios a la gente y está feliz de usar sus talentos para construir el reino de Dios en la tierra.
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