La Navidad más difícil de mi vida me llevó a Jesús
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Nunca me gustó la Navidad más allá de la parte de recibir los regalos...
Hubo un periodo en mi vida en que las cosas se nublaban en todos los aspectos.
Mi familia nuclear se desmoronaba constantemente en Navidad, mi familia extendida también, comenzó un tiempo de muchas crisis.
La Navidad se torno hipócrita, falsa, aburrida, se tornó a lo importante frente a los ojos del mundo: regalar, aturdirse, no ir a Misa, no orar, ignorancia del sentido, al grado de pensar que era una historia “bonita”, pero no real.
Así pasaron los años, hasta que las cosas se pusieron peor...
Un día, desayunando tranquilamente con mi mamá de pronto noté como le venía una parálisis facial, perdió la movilidad del cuerpo, traté de ayudarla a levantarse pero no pude, sólo pude llamar a una tía y a la ambulancia (fue una de las esperas más eternas).
Mi Mami perdió el conocimiento, llegó mi tía, la ambulancia y nos fuimos al hospital.
Esa sensación de no tener el control sobre el bienestar de las personas que amas, es angustiante…
Cuando llegamos al hospital sólo tuve oportunidad de verla consciente una vez y alcancé a decirle « te amo », ella con sus manos, alcanzó a hacer un movimiento (como diciendo: « yo también »)y después de eso murió.
Dos días después era Navidad y yo estaba sola.
Mi mundo se rompió.
De pronto tenía miles de cosas por resolver, yo sólo era una jóven que de la noche a la mañana tuvo que madurar aceleradamente. Tenía a mi familia extendida, a mi papá, pero... estaba incompleta.
Estaba enojada, frustrada, triste, no sabía « que sería de mi vida » y las Navidades ahora me gustaban menos.
Yo tenía la semilla de la fe « hermosa herencia me había tocado »(Sal 16, 6) y aunque estaba muy alejada de Dios, curiosamente a través de la fe era la única forma en la que yo sentía la presencia de mi mamá.
Poco a poco Dios fue poniendo los medios y las personas para sanar, para resignificar, me estaba preparando para conocerle directamente a Él.
Años más tarde conocí al que hoy es mi esposo, con él Dios me regaló la gracia de anhelar una familia, de anhelar ser mamá y varios de los hitos de mi vida personal y familiar, se han desarrollado cerca de las fechas en las que murió mi mamá y de la Navidad.
Uno de mis hijos lleva su nombre en honor a la Sagrada Familia, otra en honor al nacimiento de Jesús y la última que me fue también regalada en Diciembre, en honor a la luz que trae el Señor con su nacimiento.
La Navidad es ahora mi época favorita, me genera un gozo grande en el alma el poder decir “ven, ven Señor no tardes, ¡ven, oh Emanuel!” No estoy sola ni espiritual ni físicamente, me regaló una familia y un encuentro personal con Él.
Te comparto este pedacito de mi testimonio, porque se que pueden ser épocas difíciles, pero sea cuál sea la situación, ¡quiero que sepas que siempre hay lugar para la esperanza!
Él nos tiene en sus manos y nada de lo que nos pase, si decidimos abrir el corazón, ¡deja de rendir fruto!
Que esta Navidad abramos el corazón y la voluntad a la presencia de Dios que siempre quiere estar entre nosotros, en nuestra alegría, en nuestro dolor. Créelo, no es un cuento, ¡es verdad!
Te acompaño con mi oración y te veo alrededor del pesebre.
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Viviana Cano recorre el camino de la fe, esforzándose por ser fiel hija de Dios, esposa y mamá de dos pequeños que diariamente le muestran a Jesús.
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